Publicado 9 de julio de 2020 en Bienestar por Veronica Benfele
Llevar una vida saludable y fitness trae grandes beneficios para la salud tanto física como mental. Si bien nos ayuda a vernos bien lo más importante es que nos sentimos bien, nuestro cuerpo está más sano, nuestra mente está más tranquila y nuestra autoestima más alta.
Sin embargo, llevar una vida fitness no siempre es fácil; sobre todo para aquellas personas que están empezando y no están acostumbradas a este estilo de vida. Es muy probable que al principio requiera un esfuerzo mayor, porque estamos adquiriendo nuevas costumbres y comportamientos y a nuestro cerebro no le gusta el cambio ni el esfuerzo; pero te podemos asegurar que el esfuerzo va a valer la pena.
En este artículo te presentamos algunas de las consecuencias de llevar una vida sedentaria y no practicar ningún deporte o actividad física, para que estés atento a las señales y puedas evitar algún problema de salud a futuro.
Cuando tienes mucho tiempo sin hacer ejercicio, ¿no te ha pasado que hasta subir unas simples escaleras se te dificulta? Esto es porque la vida sedentaria afecta gravemente en las funciones de nuestro cuerpo. Cuando éramos niños podíamos pasar horas corriendo y ahora nos cansa caminar por una subida; esto se debe a que en la medida en que dejamos de movernos nuestros músculos, huesos y articulaciones se deterioran y perdemos fuerza y resistencia; lo que además puede desencadenar en dolores musculares, de las articulaciones y de espalda.
Hacer deporte nos permite cargar a nuestro cuerpo con energía, lo que evita que nos sintamos cansados y nos ayuda a mantenernos activos. Actividades como el yoga, pilates o incluso el running pueden ser una gran fuente de energía para nuestro día a día. Al hacer deporte nuestra circulación sanguínea aumenta, lo que ayuda a oxigenar nuestro cuerpo y evitar la sensación de fatiga.
Pues sí, uno de los mayores miedos puede hacerse real sólo por el hecho de no salir a caminar 30 minutos al día. Como vimos antes, al no llevar una vida fitness nuestros músculos, articulaciones y huesos pierden fuerzas, además, nuestro metabolismo se hace más lento y nuestra circulación sanguínea empeora, ¿quieres mantenerte joven? ¡ponte en movimiento!
Nuestro organismo en maravilloso, y nuestras venas y arterias se adaptan al nivel de nuestro flujo sanguíneo. Si no hacemos ejercicios con regularidad baja nuestro flujo sanguíneo lo que hace que nuestros vasos se hagan más estrechos, lo que hace que la presión sanguínea aumente porque no tienen mucho espacio por dónde transitar. Esta situación puede desencadenar en problemas al corazón o los riñones.
La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo. Al hacer ejercicio nuestra piel se libera de toxinas mediante el sudor y gana elasticidad. Si no hacemos ejercicio nuestra piel pierde estas propiedades, haciendo mucho más probable que aparezcan arrugas, manchas y condiciones como celulitis.
Hacer ejercicio, además de todo lo que hemos visto anteriormente, nos ayuda a mejorar nuestra capacidad respiratoria, lo que aumenta nuestra capacidad y salud pulmonar. Para cuidar nuestra capacidad pulmonar, que es lo que nos mantiene vivos, es importante que hagamos ejercicios. Esto también nos ayudará a disminuir las alergias o condiciones como el asma.
La falta de ejercicio no sólo afecta al tejido muscular o al sistema respiratorio; afecta, incluso, cómo absorbemos los nutrientes y la oxigenación de nuestros órganos como el cerebro. Si no tenemos suficiente oxigenación y nutrientes los neurotransmisores no pueden trabajar bien, bajando las sensaciones de bienestar y felicidad y aumentando las probabilidades de depresión.
Como vimos, practicar ejercicio no solo es una actividad para “vernos bien”, sino que es indispensable para el funcionamiento óptimo de nuestro organismo y bienestar general. Ahora sólo debemos escoger la actividad que más nos guste y se ajuste a nuestros tiempos y espacios y ¡a ponernos en movimiento!